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Cursos Yacht 041022

Capítulo 13   MANIOBRAS EN PUERTO


Se aproximaba el crepúsculo y  chillonas  bandadas de gaviotas revoloteaban en torno al puerto para después en tropel poner rumbo tierra adentro.
¿A dónde irían? , se preguntaba interiormente Trinquete, mientras limpiaba con la presión del agua de la manguera las manchas que la sal había dejado en la cubierta y los cristales. Acababan de atracar y nunca había visto el puerto deportivo tan lleno.
 

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En su tarea había visto que varios barcos de diversos tamaños habían entrado para atracar pero que  finalmente desistieron del hormiguero y navegaron fuera para anclar resignadamente en la movida cala junto a la bocana.
En esto, entró muy despacio, y con el ancla colgando ligeramente de su proa, un mangudo barco alemán de unos  37 pies.
Tan sólo se escuchó el chapoteo que produjo el hierro al caer al agua y la voz de ¡grund! , que Trinquete supuso que sería ¡fondo!, de un tripulante situado en la  proa. El barco giró los 90 grados precisos para  hacerse un sitio en un pequeño hueco que habían dejado dos yates a  motor.
En la maniobra todo era suave, no hubo un solo grito, ni un acelerón. Dos tripulantes sentados a popa de cada una de las amuras iban ampliando el espacio apartando con sus pies las bordas de los dos barcos vecinos, para después desembarcar y habilitar, cada uno en su banda, los largos, los sprines y los traveses.
Todo sucedió en un periquete. Cuando apagaron el motor Trinquete inició un lento aplauso que imitó toda la concurrencia pendiente de la maniobra.
La cabeza de Botalón apareció por la escotilla
- Qué pasa, qué pasa; preguntó extrañado.
- Debías de haber visto la maniobra de ese barco, dijo señalando al alemán,Espectacular. ¡Apartaron los barcos con el pié! ¡Cómo me gustaría gobernar así!
- Todo es cuestión de aplicar la lógica marina. Sólo eso, contestó Botalón
mientras subía a la bañera. Muchos patrones  se empeñan en gobernar igual que si estuvieran conduciendo un coche. Son dos cosas diferentes. Para maniobrar en un puerto hay que seguir unas sencillas reglas…
- Maestro, dímelas, please, dímelas.
- La primera es sentarnos en la terraza del bar junto al muelle de visitantes y seguro que mientras  tomamos nuestras bebidas  veremos un buen espectáculo con un catálogo de lo  que no debe hacerse a bordo para atracar y asegurar un barco. Como si fuese un cursillo acelerado para aprender de esos desatinos.
- ¿Y que es lo que harían mal?
- Tener prisa. Hay que entrar pausadamente , así cumpliremos la ley y
tendremos educación porque no formaremos olas que molesten a los demás, prepararemos la maniobra y observaremos  todo lo que nos puede ayudar para tomar las decisiones correctas.
El patrón es el que manda ¿Qué es eso de varios pegando bramidos? Simplemente el proel le indica por señales la situación.
 

 Foto 13 02- ¿y cómo se prepara la maniobra?
- Trinquete lo has visto cada vez que hemos atracado : colocar las defensas, tener a mano una más por si acaso, preparar la amarrazón con uno de sus chicotes trincado a las cornamusa y pasado por debajo del guardamancebo y de vuelta, el resto del cabo adujado sobre cubierta dispuesto a ser lanzado.
En  la bañera, además, una larga estacha suplementaria por lo que pudiera suceder para no tenerla que buscar precipitadamente en el fondo del cofre.
Otra regla es tener la cubierta arranchada sin nada por medio y fijarse cómo están atracados los demás barcos y así, en principio,  nos situaremos nosotros.  Hay que apreciar el viento y la corriente  que tomará su razón de ser cuando perdamos arrancada. Lo apreciarás mejor observando cómo trabajan los amarres de los barcos ya atracados.
Debemos conocer las reacciones del barco y  descubrir que casi ninguna maniobra exige grandes aceleraciones del motor porque así  lo controlaremos mejor  y las marchas  entran más rápidamente.
El paso de la hélice debemos conocerlo porque…
- Para, para, para, interrumpió Trinquete, ¿qué es eso del paso de la hélice?
- Es hacia dónde gira la hélice cuando vamos avante o ciamos.
- ¿Y esto que tiene que ver con la maniobra?
- Tiene mucho que ver porque cuando gira la hélice, además de propulsar el barco hacia delante o hacia atrás, también desplaza  la popa hacia babor o estribor según sea su paso y a veces es más importante para atracar esta circulación lateral que  el avance o retroceso del barco.
- ¿Y como se sabe esto?
- Para conocer si el paso de nuestra hélice es dextrógira o levógira …
- ¡Como, como ,como…!
 
 
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- ¡Si la vueltas a la derecha o a la izquierda, hombre!.
Como te decía, para averiguarlo llevas el barco a un sitio tranquilo  en un día sin viento, metemos marcha atrás con el timón a la vía e inmediatamente veremos hacia dónde cae nuestra popa.
Otra norma es  tener siempre presente, como te decía antes, que el barco no es un coche y que las ruedas directrices no están en proa sino en popa y si queremos ir a estribor lo que movemos es la popa a babor.
Si a la segunda tentativa no nos sale el atraque, no seguir empeñados en repetir una  y otra vez pegando gritos y maldiciendo. El barco no cambiará de reacción. Es mejor volver a empezar pensando que es lo que estamos haciendo mal para abordar de nuevo la maniobra de forma distinta.
Como me has contado que viste en el alemán, si es necesario abrirse hueco una vez que la popa o la proa esté en el vano, los tripulantes deben sentarse en cubierta, encoger sus piernas y apoyar los pies en la regala en los barcos que  queramos apartar.
 

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- Pero es más cómodo apartarlos por los candeleros, repuso Trinquete.
- Los candeleros de los barcos sirven para proteger a la tripulación de ese
barco; hay que tener cortesía. Es una regla no escrita que nunca debemos hacerlo, ni sobre los guardamancebos o los obenques.
- Entonces es como si fuera una mala educación marinera  ¿no?
- Efectivamente, pero no conozco un navegante de corazón que la tenga. La libertad que da la mar nos hace respetuosos con nosotros mismos y con los demás.
¿Te acuerdas lo que nos dijo esta mañana el camarero del bar donde tomamos café?
- Qué preguntas me haces, tío  ¡y  yo qué sé!
- Pues es importante fijarse en los detalles; nos soltó en ese vacío mostrador
un seco y rotundo  ¿Qué queréis?  Y yo le contesté sonriendo: Hola, Buenos días.
El silencio posterior lo rompió diciendo: ¡Ah! Buenos días; entonces ,dijo ya suavemente, ¿queréis un cafelito?
- ¿Y qué me quieres decir con eso?
- Pues que el camarero en ese momento aprendió a ser lo que es capaz de ser.
- ¿Y?
 

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- Que entre las importantes palabras que deben presidir tu vida está la
educación y dentro de ella están sus valores que son la amabilidad, el perdón, la gratitud y la humildad.
Últimamente se ha puesto de moda que el hecho que el ser amable denota que se es un pobre hombre, un débil, un acobardado; en resumidas cuentas, que se trata de más o menos de un tonto, por el contrario su antónimo es el listo y el inteligente.
En la náutica deportiva pasa igual. Ves que cada uno va a lo suyo; las amarras se colocan encima de las que ya están en la bita; te desconectan si no tienen enchufes libres; no afirman o avisan de que algún cabo de amarre ha quedado flojo y tu barco está sufriendo; te dan con la puerta del pantalán en las narices…
Y de remate, por el conocimiento que me ha dado la edad, te digo que esas personas amables son las que más te aportan y regularmente las más válidas.
Mientras que unos son respetados por lo son; los otros simplemente por la fuerza  que dan sus bruscos modales.
- No exageres, tío
- Yo los embarcaba en un temporal, verás cómo se les bajaban los humos.