Tengo que reconocer que el Salón náutico de Barcelona ha sido muy provechoso.
A pesar de que es cierto que ha perdido un poco en volumen, considero que ha ganado en ubicación, comodidad y vistosidad, además sigue siendo el centro del negocio náutico en España.
Allí, por fin, hemos podido oír dos grandes noticias largo tiempo esperadas. La primera que se empiezan a ver pequeños atisbos de recuperación en el sector y la segunda la relativa a la sensata modificación de las titulaciones náuticas que va a emprender el Ministerio de Fomento.
Tuve ocasión de hablar con Rafael Rodríguez Valero, director general de la Marina Mercante, a quien no conocía, el cual me explicó los motivos y los objetivos de la reforma y no tuve más remedio que transmitirle mis más sinceras felicitaciones sin al final se ponen en marcha.
Soy de las que suelo ser bastante crítica con la gestión de la cosa pública en este nuestro país, pero está claro que cuando una cosa se hace bien hecha, o se plantea con la intención de que este bien hecha también hay que reconocerlo.
Nuestros títulos náuticos deportivos estaban obsoletos, como aún están muchas cosas en el país, no favorecían la promoción del sector en estos momentos económicos tan graves en los todos los amantes del mar tenemos que arrimar el hombro, para salir del seno de esta ola que casi "nos pasa por ojo".
En este aspecto, el Ministerio de Fomento ha "encapillado la estacha", en resumen se ha puesto manos a la obra para contribuir a la recuperación y al fomento del sector.
Nuestros títulos pecaban de excesivamente rígidos, demasiado teóricos y poco útiles para el navegante.
Todo se centraba en la eslora de las embarcaciones y en limitar las navegaciones sin tener en cuenta para nada que con los avances tecnológicos actuales muchas de las limitaciones existentes no tenían sentido. Había títulos, como el Patrón de Yate que habían quedado casi obsoletos, que un PER no pudiera cruzar de Baleares a la Península, en nuestra época resultaba absurdo.
También es ilógico que se diera el caso de personas que tuvieran un título náutico, después de pasar unos exámenes que no son simples, que no fueran capaces de navegar, o de atracar un velero de 10 metros con viento de través porque nadie les había enseñado la maniobra.
Por tanto la administración se dedicaba a ser restrictiva y a velar para que los navegantes no se alejaran de la costa y si lo hacían tenerlos lo más controlados posible, salvo las honrosas excepciones que a lo largo de los años y de millas marinas habían conseguido desarrollar el "arte de marear".
Por ello, creo que hay que aplaudir esta iniciativa reformadora que nos acerca al mundo náutico moderno y nos permitirá ser competitivos con los países de nuestro entorno. Todos salimos ganando con esta reforma, quizás los que menos los Capitanes de Yate, quienes habían llegado a la cúspide de la titulación náutica, la reforma no les implica prácticamente nada, salvo saber que los que navegan junto a ellos lo harán mejor preparados, lo cual creo que también deben considerarlo como un logro.
Confiar en la Escuelas de Náutica para expedir el PNB lo considero muy acertado, así como que una vez aprobada la teórica náutica no haga falta repetirla centrándose en los conocimientos prácticos que son, al fin y a la postre los importantes.
De acierto destacado es eliminar la limitación de esloras, cada marino, como tal debe ser consciente de sus limitaciones y creo que todo el mundo lo es.
Asimismo permitir a los PER navegar de Baleares a la Península es otro acierto, al igual que permitir a los Patrones de Yate sacar partido a su título posibilitándoles navegar por todo el Mediterráneo, cosa que por otra parte podían hacer mientras no se separasen 60 millas de la costa.
Ello confío que anime las adquisiciones de embarcaciones y se anime el sector que falta nos hace.
Otra cuestión para quitarse el sombrero es la de permitir trabajar a quienes posean los títulos náuticos, evidentemente, mientras completen su formación conforme al STCW y cumplan los requisitos que haya que cumplir, pero que por lo menos exista la posibilidad y se pueda competir con ingleses, alemanes y navegantes extranjeros que tanto abundan en los veranos españoles.
Y ya por último, la guinda que colma el pastel, que marina mercante se haya planteado crear una subdirección general de Náutica de Recreo, tal como me anuncio el director general me hace pensar que puede ser cierto que veamos la anhelada independencia y autonomía de la náutica deportiva una vez esté en vigor la Ley de Navegación Marítima.
Autora: Marilena Estarellas