Capítulo 5 TEMPORAL A LA VISTA
Una brisa agradable hacía navegar al Thalassa a una milla de la costa, frente a los blanquecinos escarpados de la playa de Mazagón que un día sirvieron de attrezzo para simular la costa inglesa de Dover en los combates aéreos de la película “La batalla de Inglaterra.
Se podían apreciar las torres de las instalaciones del campo de lanzamiento de cohetes meteorológicos de Arenosillo y las ruinas de la torre del Loro que la bajamar había dejado totalmente descubiertas.
Más hacia el leste, siguiendo la playa, se distinguía la cadena de abruptos mogotes, ya en tono más rojizo, que anunciaban la aparición de las compactas dunas pétreas del Parque de Doñana.
- Trinquete , dime la posición
- 37º 06’ N , 06º 44’ W
- A la distancia. Vamos justo al través de la torre.
- ¿Dices de esas piedras diseminadas
- Esas piedras eran las de una torre almenara llamada en los documentos antiguos torre del Oro.
Ella formaba parte de una sucesión de torres costeras para avisar de los ataques de toda suerte de piratas, que en su mayor parte eran berberiscos y turcos.
- ¿y hay muchas?
- La verdad es que no lo sé ahora exactamente, porque muchas están derruidas como esta. Creo que en los 117 kilómetros que tiene la costa de Huelva quedan once que se puedan ver.
¿Recuerdas la roca que le dicen en Matalascañas “la Peña” y que muchos conocen como “el Tapón”?. Pues esa es otra torre almenara, la llamada “de la Higuera”, lo que pasa es que ahora se encuentra a 150 metros del promontorio donde se construyó y tiene ese extraño aspecto porque está volcada sobre la mar con los cimientos al descubierto.
- ¿Por qué dices torre almenara?
- Mira Trinquete, Durante el reinado de Felipe II se concibió el proyecto de estas torres de vigilancia y Felipe III y IV lo ejecutaron. Se terminó en 1638 y en esas fechas. ¿Qué signo de alerta y comunicación se podían mandar desde una torre de 15 metros?
- Pienso que con señales visuales o sonoras: a cañonazos, con banderas, con hogueras…
- Así es, en particular aquí eran más económicos, sonaban la caracola y por la noche sí que encendían fogatas en lo más alto para advertir del peligro y de ahí viene ese nombre; del término árabe ??????? (al-manara) que significa torre donde hay luz.
Las torres en su día eran muy importantes y siempre han servido como punto de referencia. Si ahora mismo desembarco en la playa y le doy andando la vuelta completa a los restos de la torre del Loro ¿Qué te crees que estaré haciendo?
- Ni idea… ¡Qué cosas más raras me dices, maestro! … ¿El chiflado?
- Es verdad; es una cosa rara. Podría parecer un maniático pero estaría haciendo algo inusual porque en los apenas veinte pasos que daría en rodear la torre pasaría del término municipal de Palos de Frontera al de Moguer y de éste al de Lucena del Puerto y finalmente entraría en el de Almonte. Algo que pocas gentes pueden figurar: cruzar cuatro municipios en un suspiro.
Lo que era una brisa agradable se fue transformando; los borreguitos ya eran olas bien formadas y el trabajo de llevar la caña ya no era tan fácil.
Botalón miró al cielo y arrugó la cara como si hubiese tomado una bebida desagradable. Trinquete sabía que había tomado una decisión.
- ¡Trinquete! ¡Volvemos a Mazagón! Parece que se está formando un temporal.
- Son unas olitas de nada.
- Analiza. ¿para qué navegar incómodos? Mira lo borrascoso de poniente. Está claro que la que viene es buena y si volvemos ahora casi nos escapamos por los pelos.
Vamos a rizar para reducir la vela mayor, porque siempre hay que ir por delante del posible viento, y después vamos a arranchar el barco a son de la mar. La meteo nos ha cogido por sorpresa. Es imperdonable que no lo haya previsto puesto que es del ABC al iniciar cualquier tipo de navegación.
- Pero si apenas hay un vientecito fresco.
- Espera y verás. Pégale una ojeada el barómetro.
Asegúrate de que cualquier pertrecho está bien trincado sobre la cubierta. Afirma el tangón, las drizas, las escotas, las defensas y bloquea el molinete del ancla… no es lo mismo trabajar sobre cubierta con fuerza 5-6 que con fuerza 8 y las olas que este viento crea.
- Maestro ya está.
- Vamos a rizar. Aproa el barco mientras yo aflojo la driza principal.
El Thalassa viró lentamente hacia el viento mientras Don Botalón preparaba el puño de escota desbloqueando la lasca del rizo. Después enganchó el ollao de amura al pinzote, volvió a izar la vela y tensó el pajarín. A continuación y desafiando ya los molestos bandazos y el ruidoso flameo de la vela, levantó la botavara para reglar la tensión del pujamen para posteriormente, por barlovento y con celeridad, ir aferrando el trapo sobrante con los matafiones a la botavara con una rápida lazada.
- ¡Trinquete! , caza el baquestay y las burdas. Comprueba ahora que ninguna driza ni amantillo estén cruzados, cuando sople será imposible hacerlo; no quiero ni un cabo por medio, sólo los necesarios, los demás adujados y guardados.
- ¡Está hecho!
- Arma línea de vida y ten los arneses dispuestos
- ¡Oído!
- Vamos a preparar el estay de proa para en caso necesario relingar el tormentín, aunque no creo que vayamos a utilizarlo; no vamos a castigar mucho al enrollador sacando sólo la vela necesaria.
- Y ahora vamos abajo; tienes que inmovilizar cualquier objeto que pueda volar. Libros, latas, botellas, menaje… mientras yo aseguro los cajones, los portillos, las portas, la escotilla y las cinchas de las baterías para que no salgan despedidas de su cajón en una inclinación más pronunciada de la cuenta.
El barco comenzó a escorar cada vez más sensiblemente pero como se amuraba bien a son del piloto automático y el motor, aprovecharon para tomarse un bocadillo antes de que Botalón se pusiese al timón a explotar las variaciones del viento y jugar al escondite con las olas para evitar que frenasen la velocidad del barco al puerto.
- Tío, estoy harto de escuchar lo de correr el temporal, lo de ponerse a la capa y lo de salir del temporal. Yo lo escucho y callo, pero me parece que hay mucho cuento en eso.
Además cada uno lo explica de una forma diferente y no sé a qué carta quedarme.
- Trinquete, estoy seguro que nadie que sepa lo es un temporal quiera encontrarse con él, pero cualquier marino debería saber qué hacer cuando se lo encuentra porque los mayores desastres en la mar no lo causan generalmente las fuerzas de la naturaleza, sino los errores imperdonables que las tripulaciones cometen.
Efectivamente si optamos por pasar el temporal en la mar tenemos las opciones que has mencionado.
En el primer caso se trata de dejarnos llevar por el viento, por supuesto sabiendo que sotavento está totalmente y por muchas millas libre de peligro, y se espera hasta que el temporal se debilita.
Los viejos marinos decían “viento en popa es medio puerto”. Pues se trata de eso porque en cuando pongamos la popa al viento, las condiciones de vida a bordo mejoran considerablemente aunque estemos en medio de un temporal. Pero también hay que fijarse bien la popa tiene nuestro barco porque se ven algunos diseños que no podrían aguantar una buena ola.
Para ponerse a la capa hay varias formas
La más clásica es la de acuartelar el tormentín o el foque cazado a la contra y cazar la vela de capa (o la mayor rizada a tope) como de costumbre y dejar la caña trincada a sotavento. De esta forma, el barco va cayendo poco a poco y crea una zona de seguridad a barlovento en la que rompen las olas llegando al barco un tanto amortiguadas.
Pero el barco en esos momentos es como una persona que está enferma. Los buenos medicamentos para uno no lo son para el otro. Cada barco es diferente y así cada uno cuenta la película de cómo personalmente le ha ido.
- ¿Qué quieres decir?
- Que el barco puede aceptar esa maniobra o no, por lo que hay que probar y experimentar las diversas formas para conseguir conocer la maniobra correcta. A lo mejor va mejor con la caña a la vía o con sólo el tormentín izado.
- Entonces es como una lotería.
- No lo es si conoces tu barco. El velero en principio se encuentra perfectamente equilibrado lo cual quiere decir que mantendrá su rumbo sin ninguna corrección con el timón, pero hay algunos que tienen propensión a orzar y otros al contrario tienen predilección a irse al viento porque el barco sus velas y sus aparejos no están bien trimados.
Estos barcos ardientes y blandos, que es la nomenclatura que se utiliza para bautizar sus tendencias, navegan sin problemas en buen tiempo, pero cuando sopla se cambia y aumenta en intensidad el centro del empuje vélico al reducir el trapo y si encima se tienen esas manías se puede dar el caso de que el timón, para desesperación del timonel, ni siquiera obedezca.
Pero a lo que íbamos; se trata de lograr que el empuje del viento sobre el foque se anule con el de la mayor para lograr derivar y acabar orientándose a unos 50º respecto al viento flotando acompasadamente, como si fuera una boya.
- ¿Y lo de salir de la borrasca?
- Si el barómetro ha bajado y el viento ha rolado en el sentido contrario a las agujas de un reloj, como nos pasa ahora, delata que se aproxima un sistema de bajas presiones. Su centro, además, estará entre 100 y 130º a estribor de donde sople el viento.
Conociendo este dato, nos pondremos a ceñir amurados a estribor para escapar.
El repiqueteo de la lluvia en la cubierta interrumpió la conversación cuando el Thalassa, con una derrota en demanda al Racon del extremo del dique, pasaba a estribor de la boya de recalada que era la señal para que Botalón arrumbase al 339º buscando la enfilación del cerro del Puntal. Había hecho tantas veces la maniobra que la podía hacer con los ojos cerrados.
La proa se hundía en las olas levantando rociones espumosos que volaban hacia popa mientras el agua corría por la cubierta con un coro de gemidos del casco, el palo y las jarcias. Las arfadas eran tremendas en ese punto en el que la ría desembocaba en la mar mientras el cielo, totalmente aturbonado, le daba al agua un amenazante color gris.
Don Botalón enfundado en el traje de aguas y con las manos en la caña oteaba los primeros pares de boyas rojas y verdes que ya se entreveían entre el aguacero.
De repente, se descorrió la tapa del tambucho y apareció la cabeza de Trinquete con la cara totalmente pálida y tocado con una extraña gorra.
- Ya tenemos el frente cálido casi en lo alto - dijo Botalón
- Ma… Maestro, respondió, ¡Menos mal que regresamos!