Capítulo 9
Os dejo varias pinturas más sobre el tema anterior; cualquier marina vale la pena, así que estas más. La primera representa claramente los tan conocidos galeones y, quizá, alguna urca.
Cornelis Claesz Van Wieringen (1580 – 1633): La Armada Invencible en las costas inglesas.
Oswald Walters Brierley (1817-1894): La Armada Española saliendo del puerto del Ferrol.
La segunda, algo más borrosa, también, pero ¿qué son los veleros pequeños de ambas pinturas?
Otra más de la batalla de Gravelinas. ¡Qué cansinos estos ingleses!
Tipos de barcos según algunos pintores. En este caso son según la visión de Pieter Brueghel.
Navío mercante (sobre 1565).
Galeón portugués, siglo XVI (sospechosísimamente igual al anterior, bueno no es excluyente).
Otra imagen de un navío mercante del siglo XVI
Galeón, también del siglo XVI (este creo que ya lo puse cuando hablé de los galeones, pero es para que vaya con los que tengo de este pintor).
Nao, siglo XVI
Urca báltica, siglo XVI
Flota de galeras (parecen más bien galeotas) escoltadas por una carabela.
Esta otra urca no tengo idea de quién es, no puse el nombre en el archivo, pero las casitas y el sombrero de uno de los personajes parecen sospechosamente holandeses.
Vamos a hablar un poco del Libertad. (Aviso que los datos varían de unas fuentes a otras; he reflejado, finalmente, los leídos en un libro, frente a los de las páginas web)
Botada en 1956, esta bonita fragata de tres palos y bauprés, de estructura de acero y superficie vélica de 2650 m2, mide 103,7 m. de eslora.
Aquí tenemos señaladas (curiosa foto) las 27 velas que la adornan (el nº 28 corresponde a la botavara), cuyos nombres no voy a dar por que los sabéis y por no extenderme.
Este buque escuela desplaza 3765 t. cargado y emplea 263 personas de tripulación, entre oficiales y marinos. Además puede adiestrar hasta 150 cadetes a la vez.
La efigie de la libertad, con el gorro frigio, es su mascarón de proa. No es de extrañar al ver el nombre.
Activa y competitiva. En 1966 consiguió la “Gran Medalla”, en una competición de grandes veleros en el Atlántico Norte, con una marca de velocidad no superada todavía, según parece. Navegó 2059 millas entre Canadá y las islas
Debo confesar que, a pesar de que estos últimos veleros que traigo son muy bonitos, preciosos, muy rápidos y muy útiles, no tienen para mí tanto encanto como aquellos primeros de los que he hablado; son demasiado modernos, no guardan entre sus cuerdas y tablas los secretos que podrían susurrar, mientras recibes el viento en la cara, veleros como los de los descubridores y exploradores, los de la línea P o los demás cabohorneros. Algunos de ellos tuvieron triste fin o estuvieron inmisericordemente varados o se desintegraron poco a poco como:
El Ambassador, uno de los últimos clíperes de construcción mixta (estructura de hierro y forro de madera o "composite") nacido en 1869, en Londres, que se enfrentó hasta a un huracán de fuerza 10, acabó sus días de gloria (ruta de Londres al oriente, o ruta del té) en 1875.
El 10 de enero de 1896 lo adquiere un comerciante de Punta Arenas que se lo vende a otros empresarios para usar como depósito de lanas y productos varios. Cerca de 40 años estuvo así hasta que sus propietarios decidieron vararlo en San Gregorio, junto al Amadeo, donde sus restos siguen descomponiéndose. Y eso que se había declarado monumento histórico el 7 de enero de 1974, ya aparejado en bricbarca.
La nao Trinidad, que le cupo la gloria de ser una de las naves de la expedición de Sarmiento de Gamboa, historiador, explorador y científico español, que zarpó de Cádiz en 1581. Fue varada intencionadamente, en 1.584, en la costa Norte del Estrecho de Magallanes, debido a su mal estado, para aprovechar la madera y la clavazón.
Así se pagaron sus servicios, ni un intento de repararla. Quizás no se podía.
(Este grabado no viene en realidad a cuento, pero mola…)
La bricbarca francesa de tres palos Garonne, de casco de madera, tuvo la desgracia de naufragar, en 1851, precisamente en la Bahía Solano (Puerto Word). Y digo precisamente porque el conocido como, “El último pirata del Estrecho”, Miguel José Cambiazo, jefe de la guarnición de Punta Arenas se encargo de saquearla totalmente.
Claro que, si hubo veleros que acabaron calladamente, hubo otros que se fueron dando mucha guerra, como el navío Glorioso del que tanto se ha hablado y del que aquí tenemos la representación de Cortellini, la más conocida:
Pero ahí van dos cuadros más, menos conocidos.
Curiosamente estos dos cuadros son más exaltados que el de Cortellini, (el más conocido y comentado, como digo) y rodean a nuestro navío de más enemigos, con lo que engrandecen su hazaña. Tal como fue.
Tenía este navío de 70 cañones agallas para aburrir. Sus hazañas fueron tan extraordinarias que los mismos ingleses, (que lo capturaron después de que se rindiera, al quedarse sin municiones, tras luchar solo contra varios y zurrarles de lo lindo, pero que les duró poquísimo en pie por las huellas del combate) dejaron noticias de ellas inmortalizándolas en un cuadro pintado, en 1747, por Charles Brooking (1723-1759). Los ingleses fueron menos parcos, en mostrar los enemigos que le cercaban, que nosotros mismos.
Ya sabemos que venía de un peligroso viaje cuando llegó a la altura de Cádiz y se topó con una escuadra británica. Es el momento que recoge la pintura: en la parte central nuestro navío "Glorioso" (merecido nombre), que está a babor del "Russel" de 80 cañones. A babor del navío español está el "Dartmouth", de 50 cañones, envuelto en llamas tras el enfrentamiento, que se hunde sin remisión (sólo se salvaron 14 hombres de este navío). A popa del "Russel" está la fragata "Prince Frederick", gravemente dañada tras su encontronazo con el "Glorioso". Más atrás, otros buques británicos cercan al jabato español, que se enfrentó sin reposo a cuatro navíos y siete fragatas y que estaba capitaneado por don Pedro Mesía de la Cerda.
O el navío Montañés,que sorprendido en marzo de 1795 por otra escuadra, esta vez francesa (Guerra de los Pirineos), se enfrentó y fue perseguido hasta el puerto de San Feliu de Guixols, por ocho navíos, uno de ellos de primera clase, y dos fragatas. El Montañés, gobernado por el Capitán de Navío Don José Jordán, resistió mas de dos horas de duro combate, hasta que los franceses tuvieron que marcharse sin poderse hacer con nuestro soberbio navío.
Pero claro, yo hablo de los barcos como si fuera un cuerpo vivo, prolongación de su comandante y su tripulación. Y es que así parece (cuando lees estos episodios de historia), como en el caso del navío Real Felipe, un tres puentes, el primero de España, que se distinguió en 1744, en la batalla del Cabo Sicié.
Este navío, buque insignia del Jefe de Escuadra D. Juan José Navarro, acabó sus días, tras un durísimo combate, contra los ingleses, en Tolón en 1774, poco después de que lo hiciera su comandante, el capitán de navío D. Nicolás Geraldino, a consecuencia de las heridas recibidas en la frente. Este héroe, aun herido de muerte, no consintió que le retiraran del alcázar. Murieron también 2 oficiales y 45 hombres. Hubo, asimismo, además del general Juan José Navarro, 5 oficiales y 233 hombres heridos de los que 79 lo fueron tan gravemente que murieron más tarde. No cuento las víctimas de los otros barcos. Y eso que fue una victoria.
Encontramos este texto (que copio literalmente) en la «Correspondance secrète de Louis XV»: Le combat de Toulon, en 1774, valut à L’amiral espagnol le titre pompeux de marquis de la Victoria. Quelle qu’eût été la conduite du comandant françois el la manœuvre de son escadre, il en resulta dès lors entre notre marine et celle d’Espagne du dégoùt, de l’humeur et méme de l’animosité ; ce deux corps ne servirent plus ensemble. Les espagnols fiers et contents d'eux mémes, ne voulurent pas compromettre leur gloire….
Hombre, si te parece, después de todo fueron unos aliados (que no amigos, es obvio) que llegaron ya tarde a este combate, cuando los inglese se habían retirado, y quisieron compartir la gloria sin muertos.
(Como soy un desastre para los idiomas creo que todo el mundo lo es, así que os lo traduzco. ¡Ojo! Como hace más de 35 años que no practico el francés, tampoco pongo la mano en el fuego por la traducción.) “El combate de Tolón, en 1744, le valió al almirante español el pomposo título de Marqués de la Victoria. Cualquiera que fuera la conducta del comandante francés y la maniobra de su escuadra, dio como resultado, desde este momento, entre nuestra marina y la de España el aborrecimiento, el mal humor e incluso la animosidad; los dos cuerpos no sirvieron nunca más juntos. Los españoles orgullos y satisfechos de ellos mismos, no quisieron comprometer su gloria…)”